miércoles, 30 de noviembre de 2011

Siempre igual, todo igual, todo lo mismo

Una vez más el problema está mal encarado. Desde los dos polos supuestamente antagónicos (gobierno y oposición) se esquiva el bulto y se analiza sólo un aspecto del asunto, el aspecto superficial. El tema que nos ocupa es el de los subsidios.
Dejemos de creer este asuntito de que si les sacan los subsidios a una parte de la población están salvando a los sectores populares, que son los que menos tienen, y los que realmente necesitan que el gobierno interceda en sus facturas.  Señores, si quieren solucionar el problema de la distribución y los recursos hay que expulsar a los capitales extranjeros que se la llevan toda, desarrollar la (verdadera) industria nacional, generar puestos de trabajo, promover la inclusión social y la participación, re-dis-tri-bu-ir, y principalmente, entender que este sistema no permite la igualdad de los individuos y, que por lo tanto, hay que superarlo y pasar a otra cosa. Pero bueno, no nos vayamos por las ramas.
De lo que se trata concretamente en el caso del recorte de los subsidios es de proteger al capital privado. Veamos. En ningún momento se habló de la posibilidad de que las privatizadas resignen un porcentaje de sus ganancias, la cuestión está planteada en otro sentido. Desde el gobierno se explica que en realidad no se trata de un aumento en las tarifas, sino que es un reajuste ya que la tarifa real de consumo es la que no tiene el subsidio. De manera que sobre un porcentaje del monto total de una factura, supongamos de luz, el gobierno se “hacía cargo” de una parte, mientras que los usuarios pagábamos el resto. Ahora el gobierno va a dejar de participar en ese porcentaje y lo vamos a pasar a pagar cada uno de nosotros. Es decir, que el total de la factura nunca cambia, por lo tanto la ganancia de las empresas nunca cambia. Antes lo pagaba el Estado, ahora los usuarios. Una vez más al servicio del gran capital.
Una medida más sensata sería que todos sigamos pagando lo que estamos pagando y que la diferencia se le recorte a la empresa. Porque por otro lado, me parece una vergüenza que el Estado tenga que subsidiar a una empresa privada, que tiene la concesión de los servicios y que cobra por ello. O sea que la empresa cobra de los usuarios y del estado.
Entendamos; esto, como casi todo en este país, es un negocio, y en un negocio hay alguien que vende y otro que compra, con un precio acordado. Como se trata de un servicio a nivel nacional (o por lo menos regional) brindado hacia los ciudadanos, el encargado de defender sus intereses es el Estado Nacional, de manera que es el mismo estado el que debe interceder y establecer los parámetros de negociación. Entonces, el estado propone un negocio (un precio) y la empresa dice que lo acepta o no. Como en todo negocio. Nadie la obliga. Si no le gusta, si no le parece redituable, que se vaya. Que invierta en otra cosa. Que busque otro negocio. Así de fácil.
Por otra parte, permítanme aclarar que durante el gobierno kirchnerista las empresas privadas han registrado el mayor porcentaje de ganancias (aún más que durante los 90), y a su vez, es el período en el que menos han reinvertido su capital (menos que en los 90). Esto, según datos del INDEC.
Como decía al principio, es lo mismo, una vez más. El gobierno nac & pop al servicio del capital privado y de sus intereses. La ‘redistribución’ está justamente ahí, en la posibilidad de plantar al pueblo frente al capital, quebrar la lógica de acumulación en beneficio de los que menos tienen, y no como se viene haciendo, en provecho de los que siempre ganan

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